Editorial: La vaca roja, el Templo de Jerusalén y la venida del Mesías - 16/04/24

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Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches y muy bienvenidos a esta nueva singladura de La Voz. Soy César Vidal, hoy es el martes 16 de abril de 2024 y me dirijo a los hispanoparlantes de ambos hemisferios, a los situados a uno y otro lado del Atlántico y del Pacífico, y, como siempre, lo hago desde el exilio Corría el año 30 dC. Cuando un rabino, que había descendido a Jerusalén para celebrar la Pascua, visitaba el templo acompañado por sus discípulos Cargados de ansias nacionalistas. Los discípulos del rabino señalaron admirados las características rabinos señalaron admirados las características arquitectónicas del templo. Para sorpresa suya, el rabino, en lugar de unirse al entusiasmo de sus discípulos, les indicó de manera tajante que de aquel extraordinario edificio no iba a quedar piedra sobre piedra.

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A continuación describió un proceso futuro de deterioro nacional en el que aparecerían nacionalistas llamando a la guerra y dirigentes religiosos extraviados. Esa crisis acabaría desembocando en el hecho de que Jerusalén sería rodeada por ejércitos extranjeros y arrasada, y en esa inmensa destrucción estaría incluido el templo que tanta admiración les causaba. No sólo eso todos y cada uno de esos acontecimientos tendrían lugar en el plazo de una generación, es decir de 40 años. Por increíble que pudiera parecer, las palabras del rabino se cumplieron con una precisión matemática. Durante los años siguientes a aquella conversación, no dejaron de aparecer dirigentes judíos cada vez más nacionalistas y agresivos contra los gentiles, que legitimaban su discurso aparentemente apelando a las escrituras. En un momento determinado, incluso, se produjo una sublevación contra Roma, que inicialmente dio la sensación de que iba a tener éxito, pero no fue así.

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Al fin y a la postre, justo cuando se cumplían los 40 años de la generación, en el año 70 después de Cristo, las legiones romanas no sólo penetraron en Jerusalén arrasando la ciudad, sino que también destruyeron el templo, en un cumplimiento literal de la profecía de aquel rabino. No quedó piedra sobre piedra porque, cuando el fuego derritió los elementos de oro que había en el templo y que cayeron hasta las piedras sobre las que se levantaba, los soldados romanos las removieron para poder sacar de entre sus junturas cualquier mínimo fragmento de oro que hubiera podido deslizarse entre ellas. Se trató de la peor catástrofe de la historia judía. Por cierto, el rabino en cuestión, que profetizó con meticulosa exactitud el desastre que se cumpliría en una generación, se llamaba Jesús de Nazaret. En las últimas horas hemos tenido nuevas noticias sobre la lectura del actual conflicto en Israel que está realizando un importante sector de la sociedad judía.

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Sin ánimo de ser exhaustivos. Los hechos son los siguientes. Primero, el Jerusalem Post, un importante periódico de Israel, ha publicado hace unos días un artículo en el que indica lo que debería ser el curso próximo de la guerra que se libra en Oriente Medio. Segundo, titulado La vaca roja, amalek y las reacciones de las naciones y firmado por Mark Fishapril, el artículo se detiene en mostrar una interpretación espiritual del actual conflicto a la luz de la enseñanza de rabinos como el rabí Shai Tahan, el roscolél de Shaerei Esra. Tercero, el texto señala que estamos en el mes de Nisan, que supuestamente es el de la redención final, ya que en Nisan Israel fue liberado de Egipto y en Nisan tendría que venir el Mesías para la redención final de los judíos. Cuarto, en ese mes de Nisan señala el texto que se leen las cuatro haftarot principales, comenzando con Shekalim y siguiendo con Sajor, donde se recuerda a los judíos que deben exterminar la semilla de Amalek, para concluir con la parasha sobre la vaca roja para Adumá y después referirse a la santificación del mes de nisán. Quinto, según esta interpretación judía, el precepto relativo a la vaca roja es un mandato relacionado con las naciones que acosan a los judíos a causa de él. Sexto, el artículo continúa diciendo que, desde que comenzó la guerra en Israel, se han producido literalmente millares de vídeos relacionados con la vaca roja.

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Séptimo según el autor del artículo, parece que todo el mundo está preocupado con la vaca roja, salvo los judíos. Octavo de manera bien llamativa, el autor del artículo señala que incluso el portavoz de Hamás, abu Ubeida, apareció en el día 100 de la guerra para decir que la razón del ataque de octubre había sido el plan de los judíos de traer la vaca roja. Noveno según el autor del artículo, la razón de todo está en la lectura del Shabbat antes de la lectura referida a la vaca roja. Dicha lectura señala que Amalek es el primero entre las naciones en declarar la guerra contra los judíos y al final, en la guerra final, será destruido. Será destruido. Décimo esta lectura significaría que la primera guerra de Israel fue con Amalek y también lo será la última antes de la llegada del Mesías. Naturalmente, hay que proceder a identificar quién es Amalek. Un décimo el autor del artículo señala cómo muchos rabinos han interpretado a Amalek como una referencia a Alemania, pero en realidad tendría que interpretarse como una referencia a la raza aria, lo que incluiría de manera expresa a los iraníes. Duodécimo Partiendo de esa interpretación, la última guerra que tiene que librar Israel es contra Amalek, interpretando a Amalek como Irán.

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Décimo tercero Según el mismo artículo, los iraníes de hoy son semejantes a un oso, de acuerdo a la Gemara, porque comen y beben copiosamente igual que un oso, son carnosos como un oso, se dejan crecer el pelo como un oso y nunca descansan como un oso. Incluso la referencia al pelo que se dejan crecer sería, según el artículo, una manera de decir que los proxys de Irán crecen por todas partes y actúan en Oriente Medio. Décimo cuarto Según el artículo, el siguiente sábado la lectura de la vaca roja enseña que es el único sacrificio que se realiza fuera del recinto del templo y que ese hecho enfurece al mundo gentil. Décimo quinto según el artículo, la razón de ese enfurecimiento es que los gentiles saben que la mayoría de los judíos no va al monte del templo, lo que ahora se denomina laxa porque no son puros. Sin embargo, esa pureza vendrá cuando los judíos tengan la vaca roja y pasen por el proceso necesario de sacrificarla y purificarse de la impureza. Entonces todos los judíos podrán entrar en el monte del templo.

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Décimo sexto el artículo sigue afirmando que los musulmanes están muy asustados ante esa posibilidad porque saben que la redención tendrá lugar una vez que los judíos entren en el monte del templo y ellos queden condenados para siempre. Décimo séptimo el artículo afirma que, puesto que este evento se encuentra muy cerca, los musulmanes están extremadamente nerviosos y asustados. Décimo octavo para el autor del artículo, ese miedo de los musulmanes tiene una base sólida, ya que Ramban, un rabino de la Edad Media, enseñó que sólo hay 10 vacas rojas a lo largo del tiempo. La primera fue sacrificada por Moisés, la segunda por Esdras, otras siete lo fueron durante el periodo anterior a la destrucción del templo de Jerusalén y la última estará relacionada con el Mesías.

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Décimo noveno El artículo afirma a continuación que jamás comenzó la guerra precisamente para evitar que los judíos siguieran adelante con el ritual de la vaca roja y que toda la guerra gira en torno al monte del templo. Vigésimoimo a continuación, el artículo afirma de manera taján todos sabemos que esta última guerra es una guerra religiosa entre las fuerzas malas de irán, que, como explicamos, es amalek, e israel. Esta guerra religiosa es notablemente sobre el monte del templo, puesto que intentan hacer todo para retrasar la venida del Mesías. Y vigésimo primero el artículo concluye que viene el mes de la redención, con la victoria de la nación judía sobre sus enemigos, después de la purificación realizada con la vaca roja y la destrucción de Amalek. La guerra actual que se libra en Gaza ha incluido, desde el principio, lecturas de carácter religioso.

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Para algunos es una guerra en la que están justificadas todas las atrocidades posibles, incluida la muerte masiva de niños, porque se libra contra palestinos o contra musulmanes. Para otros, es un conflicto vinculado estrechamente con acontecimientos previos a la segunda venida de Cristo. En general, unos y otros son argumentos ridículos y sin base, pero que por mí permiten movilizar el apoyo de gente ignorante. Sin embargo, en la mención de esos aspectos religiosos, los medios han ocultado de manera masiva el lado judío, limitándose la mención de éste a algunos medios en Israel. Para ese sector concreto de la sociedad, no solo israelí sino también judía, la actual guerra es un fenómeno de enorme relevancia porque va unido a la venida del Mesías y al exterminio de Amalek.

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Estos aspectos se unen en una ceremonia no practicada durante siglos y relacionada con la vaca roja. El sacrificio de la vaca roja, o paraadumá, aparece descrito en el libro de los números, capítulo 19, señalando cómo el animal no debe tener mancha ni defecto, ni haber llevado nunca yugo. Sacrificada y quemada fuera del campamento, las cenizas de la vaca se colocaban en un recipiente con agua que servía para lanzar una expersión sobre la persona y así purificarla. La misna judía desarrolló los requisitos de la vaca, señalando que sólo dos pelos negros ya la invalidan y que su nacimiento ha de ser natural, rechazándose por ejemplo la cesárea. Todos los que participan en la ceremonia no pueden haber tenido contacto con muertos o cualquier otra forma de impureza y los materiales para llevarla a cabo tienen que ser de piedra. La ceremonia, además, tiene que tener lugar en el monte de los olivos.

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Como es fácil de suponer, la existencia de una vaca con todo el pelo de un solo color constituye una anomalía biológica, razón por la cual, en los últimos tiempos, la crianza de esa vaca roja se ha llevado a cabo en Estados Unidos hasta conseguir varios ejemplares destinados a ser enviados a Israel. La vaca roja sería, según estos grupos, el requisito esencial para que los judíos pudieran purificarse y acto seguido irrumpir en la esplanada del templo, donde se encuentran dos de los lugares de culto más sagrados del islam, a fin de ocuparlos y proceder a su demolición. Se puede alegar que se trata de una interpretación de la biblia totalmente disparatada, pero no cabe la menor duda de que muchísimos judíos creen en ella, incluidos miembros indispensables del gobierno de Netanyahu. Esta circunstancia otorga verosimilitud a lo señalado en el artículo del Jerusalem Post, en el sentido de que el ataque de Hamás estuvo relacionado con el deseo de abortar un intento judío de destruir las mezquitas situadas en la esplanada del templo, y también en el de que la guerra está profundamente relacionada con el control del monte del templo. No menos inquietante que esa interpretación del ritual de la vaca roja es la identificación de Amalek con Irán.

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La Biblia señala de manera clara e indiscutible que Amalek era hijo de Elifaz, quien a su vez era hijo de Esaú, el hermano del patriarca Jacob, que era hijo de Isaac y nieto de Abraham. En otras palabras, amalek no era un ario, sino un semit y concretamente descendía de Abraham, como los patriarcas Isaac y Jacob. En buena medida, se podía decir que Amalek era un primo del pueblo de Israel. Los amalequitas eran un pueblo semita y nómada que habitaba en el Negev y el Sinaí y que fue exterminado hace siglos por Israel. Sin embargo, la apelación a Amalek ha resultado siempre muy útil a ciertos dirigentes judíos, ya que, al estar supuestamente autorizado por Dios, su genocidio permite legitimar otras matanzas similares apelando a que se combate a Amalek. No fue en absoluto casual que Netanyahu afirmara que los palestinos son Amalek, lo que constituye una absoluta falsedad histórica, pero legitima su exterminio final. Y tampoco es casualidad que exista un grupo relevante de sionistas, que incluso tienen representación en el gobierno de Netanyahu y que afirman que realmente Amalek son los arios, entendiendo como tales en especial a los iraníes.

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Semejante pirueta interpretativa, sin la menor base en la Biblia, permite señalar a Irán como el blanco de un genocidio supuestamente legitimado desde una perspectiva religiosa. La descripción de eventos trazada con enorme claridad por estos judíos resulta desde luego sumamente inquietante. Primero, tendría lugar el sacrificio de la vaca roja, que ya se ha traído desde los Estados Unidos. Este sacrificio, supuestamente, sería temido por los musulmanes porque saben lo que vendría a continuación. Segundo, las cenizas de la vaca roja sacrificada purificarían al grupo de judíos que asaltaría el monte del templo para atacar las mezquitas enclavadas en el mismo y proceder a su demolición. Y procederá su demolición.

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Tercero, de manera simultánea se desencadenaría una guerra contra Irán, que tendría que concluir con el exterminio de los odiados arios. Y cuarto, vendría el Mesías para inaugurar un reino en el que los judíos dominarían el mundo y los gentiles les estarían sometidos o, según otras interpretaciones rabínicas, desaparecerían por completo. El cuarto supuesto podemos descartarlo con toda certeza como algo que no tendrá lugar jamás, pero los tres anteriores pueden llevarse a cabo con unas consecuencias pavorosas que costarían la vida a millones de inocentes. Un ataque contra dos de los lugares más sagrados del Islam provocaría una ola de ira en todo el mundo musulmán que acabaría transformándose en un baño de sangre. Que se considere que un ataque contra irán con la finalidad de exterminarlo porque es amalec y que el exterminio de los arios es indispensable para que venga el mesías son a la vez tesis que tienen connotaciones simplemente aterradoras. Finalmente, el plan, lejos de ser el delirio aislado de cuatro locos, puede verse expuesto con entusiasmo en distintos foros, aparece defendido en el propio Jerusalem Post y cuenta con partidarios en el propio gobierno de Netanyahu.

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Semejante plan, basado en interpretaciones más que delirantes de la Biblia y en una intolerable visión supremacista de llevarse a cabo, tendría funestas consecuencias no sólo para el conjunto del mundo, sino también para los israelíes e incluso para el resto de los judíos. Como si se tratara de una tragedia que se repite una y otra vez, un sector del pueblo judío parece haber caído en una sensación de omnipotencia que le permitiría acometer cualquier plan de furibundo nacionalismo Al conseguir los fanáticos imponerse sobre el sector del pueblo judío más sensato y partidario del sentido común. Esos episodios, históricamente, siempre han terminado en desastre. Acabó en desastre en la revuelta contra Roma del año 66, que desembocó en la destrucción del Estado judío, el arrasamiento de Jerusalén y la demolición del templo, con los últimos rebeldes judíos suicidándose en masa y matando a sus familias en la fortaleza de Masada de Masada. Acabó en desastre en el año 115 con la rebelión de Quitos. Acabó en desastre en el 135 con la revuelta de Barcojba, al que el rabino Akiva proclamó como mesías.

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Acabó en desastre con el reino judío de Hazaria, que se extendió durante cuatro siglos para acabar en humo y cenizas.

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Puede, por supuesto acabar en desastre en el presente Estado de Israel si sobre la sensatez prevalece el fanatismo religioso, si sobre los valores democráticos prevalece la idea de supremacía racial, si sobre la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos prevalece la tesis de que la paz vendrá sólo con el exterminio de los enemigos, si prevalece sobre la justicia el desprecio hacia los otros pueblos como colectivos inferiores y si sobre la decencia prevalece la legitimación del genocidio contra Malek, un comodín, para legitimar la matanza en masa, y además sobre un pueblo cuya identidad se cambia según conveniencias.

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La historia está repleta de lecciones al respecto y en ella ocupa un lugar muy especial aquella profecía de Jesús que indicó cómo de las magníficas construcciones del templo no quedaría piedra sobre piedra en el espacio de una generación. Una profecía que, por cierto, se cumplió con una exactitud sobrecogedora. Pero no se dejen llevar por el desánimo la frustración. Y es que, a pesar de que los poderosos muchas veces parecen gigantes, es solo porque se les contempla de rodillas. Y ya va siendo hora de ponerse en pie porque, en vez de practicar una política de neutralidad y paz, ha decidido alinearse en conflictos donde a España no se le ha perdido absolutamente nada. Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches. Les ha hablado César Vidal desde el exilio. Que Dios los bendiga.